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Siempre me han causado curiosidad y un poco de confusión, debo admitir, los comentarios que hacen algunas personas sobre el tiempo: “el tiempo vuela”, “ya se va a acabar el año”, “el tiempo no alcanza”, “qué lentitud, nada avanza”, “se detuvo el tiempo”, etc.. sobre los cuales me he visto reaccionar en una especie preocupación actuada: “sí, qué cosa..”, cuando en realidad mi dialogo interno murmura algo asó: “¿pero cómo, si apenas van tres meses del año”.

 

Por supuesto, para mí, el tiempo también ha corrido con diferentes ritmos; esperando un resultado de un examen médico es lento, trabajando para ponerme al día con lo que he dejado desatendido, veo las horas pasar galopantes. Cuando estoy con ánimo bajo o aburrida, parece que los segundos anduvieran contagiados de mi pereza, y cuando tengo tiempo para hacer arrunche con mi pareja, pareciera que esos segundos perezosos hubiesen tomado café.

 

¿Entonces, si el tiempo es una convención métrica, qué hace que a percepción de este varíe para nosotrxs?

 

Sinceramente, no creo que vayamos a ponernos de acuerdo con la percepción de esta variable, tampoco lo considero necesario. Lo que sí es contundente, es que esta percepción es impactada por la forma en la cuál estamos experimentando el presente. Tan profunda es la vivencia del presente, que pone en duda los estándares de la física que nos aseguran que un día dura 24 horas*, divididas en 60 minutos, formados por 60 segundos, que a su vez están compuestos por 86 400 segundos, que son un día.

 

La percepción del tiempo ha variado a lo largo de a historia, las primeras civilizaciones planeaban sus actividades amparadas por la luz del sol, pero esto cambió rotuntamente con variables como: el fuego y la electricidad. A partir de aquí, van a ser los sistemas estructurales, los que inciden en la forma cómo las creencias que adoptamos (introyectos), nos permiten “acelerar y desacelerar” el tiempo.

 

Reconozco que la mayoría de veces, el #VRpsicoblog está más guiado por las figuras (focos atencionales) que lxs pacientes traen a la terapia, que por mi propio esquema planeador de lo que “debo” hablar este mes. Puede ser esta sensación de falta/sobra de tiempo, uno de los temas más comunes trabajados en el consultorio, sobretodo iniciando el año cuando nos prometemos de nuevo que este año si cumpliremos con TODO. Algunas de las preguntas que suelen surgir en estas sesiones son:

 

    • ¿A qué estamos llamando “invertir bien” el tiempo?¿Qué es perder el tiempo?
    • ¿Qué te genera “no hacer nada”? ¿Qué es “no hacer nada”?
    • ¿El tiempo es insuficiente o las tareas son demasiadas?
    • ¿Qué significado tiene el tiempo para vos? ¿Qué impacta tu percepción de este?

 

He agrupado algunos de los introyectos que más se repiten para que identifiquemos algunas creencias que pueden estar jugando con nuestra percepción del tiempo. A esta lista la llamaremos:

 

Falsas ilusiones sobre el tiempo:

 

1. El tiempo bien invertido es el que pasamos ocupadxs.

 

Esta creencia brota de la estructura capitalista y florece en el termino productividad. Se manifiesta en una voz que dice cosas tipo: “descansar es debilidad”, “tener tiempo libre es no valorar la vida”, “el tiempo es oro”, entre otras. Sus consecuencias directas son la frustración, la reducción de la vida a una moneda, y a termino largo la enfermedad. Está tan arraigada que cuando empezamos a cuestionarla, responde cosas como “¿entonces, me dedico a no hacer nada?. Su postura es desafiante porque es polar, se mueve en absolutos y nos obstaculiza encontrar el equilibrio.

 

2. Entre más ocupada, más valiosa la vida.

 

En esta creencia, la vida queda disminuida a una su falta de disponibilidad. Incrementa de manera directamente proporcional el valor de un ser humano con la cantidad de horas que se encuentra ocupado. Es cuando admiramos y hasta envidiamos el “éxito” de otra persona, cuando ésta no puede sacar tiempo para respondernos un mensaje y mucho menos para compartir un almuerzo.

 

3. La historia la determina el pasado.

 

En este punto le cedemos el poder a nuestras experiencias de dominar, el día nuevo que empieza cada mañana. Continuamos trayendo en repetidas ocasiones del pasado y le cedemos todas las oportunidades nuevas que pueden surgir en el presente. Nos ubicamos atemporalmente, y prolongamos dolores más de lo necesitan para sanar.

 

4. Solo tenemos una oportunidad.

 

Esta que usualmente es acompañada por la frase “se va a pasar el tren”; suele generar en las personas, contrario a motivación, presión y ansiedad. Las oportunidades llegan todos los días, todos los minutos, si estamos ubicados en el presente. Y aunque no todas las oportunidades son iguales, es más probable que nos perdamos una nueva por estar pensando en una anterior, que por falta de las mismas.

 

5. Luego habrá tiempo para lo demás.

 

Ocupamos en demasía nuestro tiempo con la ilusión de avanzar lo suficiente, para que un día podamos hacer lo que realmente queremos hacer con nuestro tiempo. Ojalá se cumpla ese deseo, ¿pero si no llega ese momento?, si por el contrario nos hemos dedicado a correr y a subvalorar el tiempo que sí tenemos: aquí y ahora.

 

6. Podemos cambiar el pasado/futuro

 

La energía que gastamos repasando situaciones pasadas o pretendiendo controlar las variables del futuro, son la atención que le robamos al presente donde transcurre nuestra vida. El pasado sana con la conciencia del presente, y el futuro se construye con los pasos que damos hoy.

 

Con este listado podemos observar como nuestra percepción del tiempo, varía de acuerdo a nuestras creencias y la relación que construimos con el mismo. Entonces el tiempo pasa “más rápido” cuando hay acumulación/exceso de tareas, “más lento” para quienes evitan, y “suficiente” para quienes han entrenado el darse cuenta sobre el presente.

 

El tiempo es relativo porque en sí su percepción depende de la vivencia del presente, donde le experimentamos. Por ende creer que llenar más el tiempo, nos hará sentir mayor libertad es falso. El tiempo es nuestro espejo, aquí se reflejan vibrantes todas nuestras creencias, miedos, inseguridades, sueños, placeres, comparaciones, ausencias, riquezas, agradecimientos y la lista continúa.

 

Así es pues, empezamos a evidenciar en el proceso, la necesidad de hacer/pensar menos. Observando cómo hemos llenado cada espacio de nuestro ser y de nuestra vida, nos percatamos de que por esto no nos ocurre nada nuevo. Todo está tomado, todo está saturado (revisar: Vacío Fértil). Es la hiperocupación lo que nos aleja de la espontaneidad, las nuevas ideas, las relaciones libres, el disfrute y la salud. Para términar, quisiera cerrar con estas palabras de Borges:

“El tiempo es la sustancia de que estoy hecho. El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que me destroza, pero yo soy el tigre; es un fuego que me consume,

pero yo soy el fuego”

*Aunque en realidad, con un poco más de rigor, la ciencia afirma que el tiempo que tarda la Tierra en dar una vuelta alrededor de sí misma es 23 horas, 56 minutos, y 4 segundos.

Written by:

Soy psicóloga y psicoterapeuta Gestalt. Te quiero ofrecer una invitación a desenvolver, explorar y expandir.

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