No products in the cart.

Blog single

InvitadxsLa ansiedad y la búsqueda por un horizonte revolucionario

Juliana, nuestra invitada, se presenta:
Estudié Ciencia Política y Psicología, tengo una maestría en estudios de conflicto de LSE y otra en Psicología Clínica con enfoque sistémico de la Universidad Javeriana. La primera parte de mi carrera trabajé en temas de reconstrucción de memoria histórica y acompañamiento psicosocial a víctimas del conflicto armado.

Hoy en día trabajo como terapeuta y divido mi tiempo entre mi consulta privada, y el trabajo en dos colectivos: Psicoterapia Divergente, que se dedica a la difusión de temas relacionados a la salud mental desde una perspectiva crítica, y el colectivo socio-político La Creciente, un colectivo cuyo objetivo es contribuir a la acumulación de un proyecto político-social que genere consenso ideológico alrededor de un socialismo renovado.

Instagram: @mjulianamachadof

 

 

Un ensayo sobre como mi batalla con la ansiedad fóbica está atravesada por la búsqueda de un horizonte revolucionario.

 

La ansiedad-fóbica como trastorno, su relación con las instituciones sociales que sostienen el capitalismo como lo conocemos hoy, y por qué eso es campo de estudio de la psicoterapia.

 

Cuando me pongo ansiosa, me pongo miedosa: mi historia con el miedo.

Tengo la ansiedad estallada, me tiemblan las manos y las piernas, se me acelera el corazón y la respiración. Cuando eso me pasa se me exacerban los miedos: todo se pone amenazante, todo riesgo posible es inminente. Yo sufro (o convivo) con trastorno generalizado de la ansiedad tipo fóbica. Es decir, cuando me pongo ansiosa me pongo miedosa.

 

Durante muchos años de mi vida intenté evitar ese calificativo <<miedosa>>, intentando poner en práctica la <<superación de esos miedos>>. Todo con tal de no ser miedosa, la antítesis de la tan admirada valentía.

 

Tenemos unas creencias curiosas sobre el miedo. Lo asociamos con una debilidad de carácter, con un sentido de inmadurez de la niñez, es decir: que no tiene lugar en una adultez <<bien asumida>>, que quien es miedoso no es valiente y que quien es valiente, además de ser admirable, no es miedoso. Y claro, que los miedos se superan afrontándolos con arrojo. Es como una especie de  promesa: si enfrentas el miedo con determinación, se esfumará. Parte de lo que se deriva de estos lugares comunes sobre el miedo es la creencia de que quien tiene miedo es porque quiere, porque no lo ha afrontado o porque le falta coraje.

 

Sin embargo, el miedo no funciona así. No es una etapa que se supera: es una emoción cuya función es protegernos, proteger nuestra integridad física, mental y, sobre todo, nuestra vida. El miedo se expresa cuando percibimos que nuestros recursos no son suficientes para afrontar las amenazas que se nos presentan. Paradójicamente, este mundo nos ofrece muchos riesgos y amenazas que nadie, o casi nadie, tiene los recursos para afrontar, pero pensar en esto constantemente haría nuestra existencia miserable. Pues bien, bienvenidxs al estado emocional de alguien con ansiedad fóbica: la consciencia presente y constante de todas las posibles catástrofes que pueden ocurrir al mismo tiempo.

 

Me causa gracia cuando las personas dicen <<unx nunca cree que esto le puede pasar unx>>,  porque mi vida, justamente, es un esfuerzo por pensar que no todo lo malo junto me va a ocurrir al mismo tiempo, todo el tiempo. En este estado es común que el miedo deje de ser adaptativo y funcional, y termine inmovilizando a quien lo siente, ante la consciencia de las miles de cosas que pueden salir mal con cada paso que se toma. Lo difícil, además, es que los miedos no son absurdos; generalmente son sensatos y reales: a una catástrofe natural, al cambio climático, a perder un ser querido, a ser sujeto de violencia. Caminar por la vida permanentemente consciente de estos riesgos hace que vivir sea muy difícil.

 

Yo no quería ser leída como una persona miedosa, yo quería ser vista como una persona valiente. Intenté frenéticamente, en mi adultez temprana, enfrentar y superar cada miedo que sentía y así lo hice: enfrenté los miedos más comunes (a las alturas, a volar, a hablar en público, a los bichos) e intenté afrontar los miedos más complejos (a la soledad, al abandono, al fracaso). Algunos de estos fueron procesos maravillosos que reforzaron mi confianza en mí misma y mis capacidades, otros fueron puro arrojo sin consideración ni cuidado por mi misma que me llevaron a sobrecargar mi sistema nervioso, intentando a las malas que esos miedos se esfumaran.

 

Hasta que me cansé, o bueno, mi cuerpo se cansó: la médica le dice “fatiga”, inflamación crónica consecuencia del estrés sostenido. Vuelve la ansiedad, se profundizan los miedos -algunos nuevos, otros viejos conocidos- y, mientras tanto, la vida sigue, con su impredictibilidad.

 

En mi proceso juvenil de echarle pura valentía a esos retos no caí en cuenta que, antes que valentía, debía trabajar en aquello que mi crianza no me había podido proveer: un apego seguro que hiciera innecesario el temor generalizado. Había miedos concretos en la vida que afrontar, claro; pero también había que construir una base que permitiera que el miedo bajara su intensidad en términos generales, y yo me concentré solo en lo primero.

 

Pero bueno, antes de continuar con mi historia quiero repasar brevemente dos conceptos: los síntomas como estrategias vitales de supervivencia y el apego seguro como performatividad relacional.

 

 

Los síntomas como estrategias vitales de supervivencia: dejar de pelear contra lo que nos duele.

Existen distintas maneras de entender los síntomas o diagnósticos: primero, como anomalías o patologías que señalan lo que está <<enfermo>> y no funciona bien y que, por ende, debe ser ajustado; o, segundo, como estrategias vitales de supervivencia con una función de protección[1](es decir, como estrategias que surgen para ayudarnos a sobrevivir un contexto específico).

 

Hoy en día trabajo y entiendo mis propias dolencias desde el segundo paradigma: mi cerebro no está “roto”, ni es “terco”; la ansiedad-fóbica fue la respuesta más adecuada en el contexto de mi crianza. Pero esto no siempre fue así, antes entendía mis miedos como algo que debía aleccionar, erradicar a las malas y desterrar de mi identidad.

 

Ahora, entender los síntomas como la respuesta más adaptativa posible en un contexto no pretende desconocer el profundo malestar que generan estos síntomas. Precisamente acudimos a terapia, o buscamos ayuda, por ese dolor que nos generan estas estrategias, así como por aquella recurrente percepción de no ser capaces de transformarlas. Nuestro deseo consciente de no sentirnos de esa manera parecería que va en contravía de nuestras estrategias emocionales no conscientes de supervivencia, y eso nos genera malestar y frustración. De alguna manera, es ese malestar el que nos lleva a buscar ayuda y a querer cambios es la señal del desgaste de una herramienta que llegó a su límite y que requiere actualización. Bajo esta lectura, la antítesis del miedo no es la valentía, es el espacio relacional seguro que permite el juego, el disfrute y el placer.

 

 

El apego seguro: más allá de lo psíquico, es revolucionario y anticapitalista.

La ansiedad fóbica emerge como síntoma cuando hay dificultades en el entorno relacional, material, o ambos, que inhabilitan la exploración y el juego. Esto nos lleva al segundo concepto clave: el apego seguro. Fern (2020) recapitula la teoría inicial de Bowlby (1969) y Ainsworth (1973), señalando que el apego seguro se puede comprender como el tipo de apego que se desarrolla cuando lxs cuidadorxs de lxs niñxs tienen la capacidad de conectarse con ellxs y responder a sus necesidades afectivas-emocionales tanto de cercanía como de autonomía. La autora hace énfasis en  cómo estos modelos de apego impactan nuestras formas de relacionarnos afectiva o románticamente en la adultez y, por ende, cómo las relaciones deben procurar construir vínculos seguros para evitar hacer daño.

 

Cuando hay inconsistencia, falla o ausencia de este apego seguro (sobre todo en la crianza, pero también en otros momentos de la vida) se pueden materializar una cantidad de problemas distintos que luego se traducen en <<síntomas>>. En mi caso, fue adquirir el hábito (no consciente) de acudir a la anticipación catastrófica como una manera de protegerme ante un mundo que me parecía, por todos lados, aterrador.

 

Mi mente acude de forma inconsciente a la ansiedad y al miedo debido a que han sido recursos  tremendamente útiles en el pasado. Me sirvieron de alguna manera y, ahora, el reto está en desaprender esa lección, comprendiendo desde mis emociones y desde mi cuerpo que ese contexto que hacía necesaria la ansiedad fóbica ha cambiado.

 

En ese sentido, surgen dos preguntas: ¿vivimos en un mundo donde esa lección se puede desaprender?, ¿es posible construir un mundo donde podamos habitar espacios seguros que permitan experiencias emocionales correctivas?

 

En un espacio de supervisión de casos hablábamos entre terapeutas del apego seguro. Una de las personas presentes dijo: “¿quién en este mundo tiene un apego seguro?” En coro respondimos: “nadie”. Eso me llevó a preguntarme: por un lado, ¿qué tipo de mundo construimos que deriva en que casi nadie tiene acceso a una infancia con apego seguro?; y, por otro lado, ¿qué tipo de mundo estamos construyendo en el que la mayoría de las familias -así tengan la voluntad de criar con presencia y cuidado- terminan desbordados, emocional, material o relacionalmente y, por ende, incapaces de satisfacer las necesidades de sus hijxs?

 

 

La psicoterapia para la emancipación social debe leer críticamente el contexto

Lxs psicoterapeutas se enfocan, sobre todo, en elaborar e implementar estrategias terapéuticas para reformular o transformar eso que el consultante enuncia como un problema. Esto puede pasar por promover cambios en el entorno inmediato, por hacer conscientes las estrategias vitales de supervivencia y reescribirlas con herramientas más complejas y útiles para el momento de vida presente, o por la gestión emocional de traumas relacionales que permite desanclar emociones anquilosadas, entre otras.

 

Sin negar la importancia que tienen todas estas estrategias, propongo que, además de eso, nos preguntemos por las instituciones sociales que hemos construido y reproducimos acríticamente como el núcleo de nuestra vida en colectivo. Quiero que nos preguntemos si la familia nuclear institucionalizada a través del matrimonio, la mononormatividad (Pieper & Bauer, 2005)[2] y la heterosexualidad obligatoria (Rich, 1980)[3] nos proporcionan las condiciones necesarias para habilitar apegos seguros. Instituciones sociales que son, además, absolutamente consustanciales al desarrollo del capitalismo. ¿Qué tal si el problema emerge de estas instituciones que imposibilitan las condiciones para un apego seguro? ¿Qué tal si la configuración de pareja bajo el paradigma mononormativo erosiona nuestra capacidad de querernos desde la conexión y la autonomía?

 

 

Hacemos lo que podemos con lo que tenemos: construyendo entornos seguros en terrenos improbables.

Volviendo a mi historia: mis padres hicieron lo que pudieron con lo que tenían. No les culpo, pero el contexto les falló y en medio de ese hacer lo mejor posible en el entorno que les tocó, yo crecí sintiéndome sola ante los retos del mundo y desarrollando una pauta ansiosa-fóbica que me persigue hasta hoy.

 

Me encantaría cerrar este flujo algo desorganizado de ideas con una resolución, con un “curé mi ansiedad siguiendo estos tres pasos”, pero no es así. Sigo batallando con esto, sobre todo cuando pasan cosas que me sacan de mi zona de confort: un tobillo fracturado, una relación a distancia no contemplada, cambios relacionales estructurales, la adopción de mi perrita Kali (nerviosa y ansiosa como yo), entre otros. Cuando llegan esos cambios la ansiedad se escala, de a pocos, y los miedos vuelven a aumentar: unos más verosímiles que otros, unos más desbocados que otros.

 

Lo que sí puedo decir es que la ansiedad me ha permitido trazar una línea imaginaria que conecta las condiciones de la reproducción de la vida en el sistema capitalista, con mi propia experiencia y el rol de la ansiedad en protegerme en mi infancia, así hoy me estorbe. Temas que, aunque parecen completamente aislados, espero haber entretejido de una forma medianamente sensata.

 

Hoy en día me encuentro a mi misma en la ardua y difícil tarea de construir un entorno seguro con mis vínculos y conmigo misma. Estoy en la tarea de construir hogar mientras invento la versión de hogar que nos hace sentido en la pequeña comunidad de amigues, parejas y compañerxs que habito. Luego de años de desafiar los miedos a la maldita sea, ahora la tarea que me ocupa es la de buscar una vida en que esos miedos sean menos necesarios, en que se vayan erosionando por su cuenta; reconociendo que para que esa tarea sea verdaderamente posible, muchas cosas de la manera en que ordenamos la producción y reproducción de este mundo tienen que transformarse. Mi búsqueda por un entorno donde el apego seguro sea posible se ve directamente atravesada por la búsqueda de un horizonte revolucionario.

 

 

Referencias

Ainsworth, M. D. (1973) Development of Infant-Mother Attachment” in Review of Child Development Research, 3: pp.1–94.

Bowlby, J. (1969) Attachment and Loss: Vol 1. Attachment. New York. Basic Books.

Cassidy, T. & Wong, G. (2018) Consensually Nonmonogamous Clients and the Impact of Mononormativity in Therapy. Canadian Journal of Counselling and Psychotherapy. Vol 52 No. 2: pp.119-139.

Ecker, B., & Bridges, S. (2020) How the Science of Memory Reconsolidation Advances the Effectiveness and Unification of Psychotherapy, en Clinical Social Work Journal 48: pp.287–300.

Ecker, B. & Hulley, L. (1996) Depth-oriented brief therapy: how to be brief when you were trained to be deep and vice versa. San Francisco. HB Printing ISBN 0-7879-0152-0

Fern, J. (2020) Polysecure. Attatchment, Trauma and Consensual Nonmonogamy. Portland. Throntree Press.

Pieper, M., & Bauer, R. (2005, November). Mono-normativity and polyamory. Paper presented at

the international conference on polyamory and mono-normativity, University of Hamburg,

Germany.

Psicoterapia Divergente (2022) Complejizando un caso clínico desde la mirada sistémica. Youtube. Complejizando un caso clínico desde la mirada sistémica

Rich, A. (1980) Heterosexualidad obligatoria y existencia lesbiana. DUODA Revista d’Estudis Feministes. Núm 10 -1996: pp.15-42.

[1] Esta manera de comprender los síntomas ha sido explorada desde escuelas terapéuticas constructivistas como la terapia de la coherencia (coherence therapy, en inglés), ver: Ecker & Bridges (2020) How the Science of Memory Reconsolidation Advances the Effectiveness and Unification of Psychotherapy, en Clinical Social Work Journal (2020) 48:287–300, y Ecker & Hulley (1996) Depth-oriented brief therapy: how to be brief when you were trained to be deep and vice versa. Además, ha sido desarrollado desde autoras específicas en el enfoque sistémico-construccionista. El término estrategias vitales de supervivencia lo enuncia Ángela Hernández en la entrevista hecha el 13 de julio del 2022, en el canal de youtube Psicoterapia Divergente, disponible en: Complejizando un caso clínico desde la mirada sistémica

[2] “Mononormatividad es un término acuñado por Peiper & Bauer (2005) y hace referencia a la monogamia como estándar social, la práctica del compromiso emocional y sexual con un individuo como la norma en las relaciones románticas” (Cassidy & Wong, 2018, p. 120)

[3] Rich (1980) propone cuestionar la idea patriarcal y socialmente aceptada de que la heterosexualidad es “la orientación sexual por defecto de todas las mujeres”, lo cual termina por sugerir que lo no-heterosexual es una <<desviación>>. Así mismo, Rich denuncia los hilos patriarcales que construyen y sostienen esa creencia.

 

Written by:

Soy psicóloga y psicoterapeuta Gestalt. Te quiero ofrecer una invitación a desenvolver, explorar y expandir.

Related posts

Leave a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Welcome

Organic products

Advertising is the way great brands get to be great brands prospectum sociis natoque.
Follow and socialize with us